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jueves, 8 de mayo de 2008

Hay un nuevo Hércules en la ULA Táchira

Bernardo Flores cuenta sus inicios en los estudios de la Mitología, enfocándose en la perdida de los mitos sagrado y en el vuelvo de la humanidad a lo contemporàneo


Zeus, el más grande de los dioses, soberano de hombres y dioses. Dionisio, el Dios griego del vino, conocido como Baco por los romanos. Afrodita diosa del amor, conocida también como Venus. Hades o plutón, dios de los muertos. Infinidad de dioses para todo tipo de relaciones con los humanos. La mitología, ciencia de los dioses y de los astros, sin caer en terminologías exotéricas.

Bernardo Flores, quien calificó en este año –De igual forma en el 2001, 2003 y 2005- para el Premio Estimulo al Investigador (PEI) de la Universidad de Los Andes, Táchira, es licenciado en Lenguas y Literaturas Clásicas. La mitología, es una de sus principales área de estudios, cinco de sus diez libros publicados tratan sobre este tema. Su pasión por este estudio lo ha llevado a alcanzar metas en áreas de investigación, como la anterior mencionada (PEI). Pero, ¿Cuáles fueron sus razones por involucrarse con la furia de los dioses de Atenas y de otras culturas?



¿De dónde nace su interés por el estudio del mito?

Yo estudie letras clásicas en Mérida, la ULA, hace ya más de 35 años. Me gradué de filólogo clásico (griego y latín). Allí tuve la oportunidad de cursar un seminario de Mitología Clásica, con uno de los grandes pensadores que tiene Venezuela y que fue mi profesor, el Dr. José Manuel Briceño Guerrero quien es un filósofo reconocido (Premio Nacional de Literatura y Ensayo). Él me enseñó, me transmitió esa pasión por el estudio del mito.

Después de que me gradué y me vine a trabajar aquí a la ULA (San Cristóbal), hace 12 años, comencé con un seminario de Mitología Clásica. Para mi sorpresa, se llenó de estudiantes de todo tipo, profesores y también público en general, como psiquiatras, artistas plásticos, pintores, musicólogos. Me di cuenta que la recepción era extraordinaria, porque el mito siempre produce una especie de fascinación.

De alguna manera, los relatos míticos que los griegos llamaron “fabulas sagradas” (así lo llamo platón), causan un gran impacto, no solamente en el nivel de la conciencia, sino sobre todo en el inconsciente. Esa es la historia de mi vinculación y mi pasión por este tipo de estudio.

¿Por qué pueblos tan lejanos en el tiempo y espacio, representan de manera similar el origen del mundo y los grandes momentos de su transformación?

Uno de los grandes estudiosos del mito que fue Lévi-Strauss, quien es reconocido por ser el padre del estructuralismo en las ciencias sociales y en la antropología, estudió los mitos y recopiló historias de muchas culturas del mundo. Él se dio cuenta que muchos relatos sobre el origen del mundo, sobre el origen de la raza humana y de muchas cosas, están narrados de manera aparentemente diversa, digamos que los nombres varían o las circunstancias en que se desarrolla el argumento del mito pueden variar un poco.


Sin embargo, el descubrió que en la raíz hay una cosa que llamó mitema, lo cual es el argumento base del mito que se repite de una a otra cultura. De manera que entra aquí en consideración lo que llamó Carl Gustav Jung: el inconsciente colectivo. Es decir, nosotros tenemos un inconsciente individual, pero está este otro inconsciente colectivo. Es precisamente de ese inconsciente, donde está la memoria ancestral de la raza humana, donde se guardan todas las experiencias vividas por las primeras culturas y los mitos emanan de ahí, o sea, que los mitos no tienen un autor definido.

Por eso es que se consigue, por ejemplo, el mito de Edipo Rey que fue una tragedia griega de Sófocles, donde el hijo se casa con la madre y mata al padre. Ese mito se consigue en otros lugares del mundo. A su vez el mito de Prometeo, el mito de la creación, el mito de la caída. El mitema se consigue como de manera muy similar en cada cultura.

¿Quiénes han sido motivo de inspiración para que usted se inclinara a estudiar la mitología?

Yo tuve muy buenos maestros. Cuando yo estudié (En el 70, terminé en el 76) fue una época de oro, porque aparte del Dr. José Manuel Briceño Guerrero, que ya mencioné, tuve la suerte de tener uno de los grandes “helenistas” que ha habido aquí en Venezuela, el Dr. Guillermo Tile, un alemán, que también era un extraordinario filólogo clásico y su ejemplo fue para mí muy motivador. Asimismo tuve otro profesor eminente, el Dr. Miguel Marciales, quien ya falleció al igual que el Dr. Guillermo Tile hace ya varios años. Miguel Marciales era un extraordinario latinista, y bueno, esos maestros que yo tuve, me contagiaron con esa pasión por el estudio de lo clásico, sobre todo por el mito y la cultura helenística como tal.

¿Por qué ocuparse del estudio del mito en la actualidad, en tiempos donde lo antiguo se olvida, el futuro es lo que vivimos y el presente es una utopía?

Porque cuando uno estudia los mitos clásicos y analiza los mitos contemporáneos, uno se da cuenta que nuestra cultura a pesar de lo dinámica y lo tecnologizada que está, también tiene mitos, porque nosotros hoy en día tenemos mitos. Todo mito está asociado a un rito, todos los ritos tienen su mito.

Los mitos contemporáneos tienen una profunda diferencia con los mitos clásicos, porque los mitos clásicos eran “sacralizadores”, es decir, estaban conectados con lo sagrado. Los mitos clásicos, por ejemplo, el mito de Dionisio -que dio lugar al origen del teatro-, nació de los ritos que se hacían en honor a Dionisio (Dios griego). El rito de este, así como los ritos a los demás dioses, conectaban con algo fundamental, conectaban con lo sagrado, es decir, la gente tenía una experiencia religiosa a partir del rito que se hacía en homenaje a un Dios.

En cambio los mitos de ahora perdieron esa capacidad de conectar con lo sagrado, de manera que no son mitos sacralizadotes. Los héroes de nuestros mitos modernos, son ahora lo cantantes de rock, los deportistas del futbol, del beisbol, de todos esos deportes masivos, también los líderes políticos. El culto que se les hace puede llenar un estadio completo, pueden llenar el puente internacional entre Colombia y Venezuela, y movilizan mucha emoción, sin embargo, no nos proporcionan esa conexión con lo sagrado.

¿Qué es para usted el alma? ¿Acaso el hombre actual ha matado el valor de esta por darle más sentido a la apariencia corporal?

Una Diosa que pertenece justamente al panteón griego, Afrodita, que los romanos llamaron Venus. Esa Diosa tiene que ver con la atracción entre los dos polos, el masculino y el femenino, tiene que ver con la sexualidad y con la ley de atracción. Cada vez que la parte inmaterial del ser humano nace en un cuerpo, ahí está Afrodita presente, porque se hizo una conexión entre lo espiritual y material, es decir, la parte esencial del ser humano, que unos llaman alma y otros espíritu.

De manera que los Dioses están siempre interactuando entre nosotros, y sí me preguntas que son los Dioses, tendría que decir que son fuerzas más allá del ser humano, que interactúan dentro de este.
Uno de los grandes mitos de esta época contemporánea, es el mito del cuerpo. El rito que se le celebra al cuerpo es inmenso. Hoy en día han proliferado los gimnasios para estar en forma, la alimentación dietética, los quirófanos para hacerse cirugías plásticas. Ese culto al cuerpo no es otra cosa que el rito a uno de los grandes mitos contemporáneos. Por supuesto que el cuerpo ha cobrado muchísimo más valor que el alma.

Con respecto al libro “El Símbolo y sus Mascaras”, ¿Cómo hace usted para “conectarse” con una obra de arte y describir con tanta facilidad lo que el artista nos quiere decir?

La conexión con una obra de arte es un asunto muy interesante. Yo he narrado en uno de mis libros una experiencia obtenida por un artista plástico (pintor) de Mérida que yo conocí, se llama Ángel Vargas. Él me contó que estuvo pintando mucho, pero él no sabía qué andaba buscando, pero algo en el inconsciente lo iba llevando, hasta lograr plasmar en un cuadro lo que sentía que andaba buscando. El sintió que con ese cuadro, llegó a su obra de arte.

Entonces, hizo una exposición en Mérida en el Colegio de Médicos, y ahí estaba ese cuadro. Pasaban los días y los médicos le compraban un cuadro, le compraban otro, pero él estaba decepcionado porque nadie le opinaba su obra.

Un día apareció una señora campesina con su hijo y tenía unas bolsas de mercado. La señora le preguntó que si podía pasar a ver los cuadros y el dijo que sí. La señora empezó a mirar y cuando se encontró con ese cuadro que él sentía que era su obra de arte, aquella señora empezó a delirar. “Que belleza”, decía la señora, “Que colores”.

La señora estaba extasiada. Ella empezó a preguntarle que cuánto costaría ese cuadro, que ella sería capaz de planchar una ropita para pagárselo, así fuera por cuotas. A él le daba pena con la señora. Entonces la señora se terminó yéndose pero dejo las bolsas de mercado.

Al día siguiente se presentó el hijo solo. “Mire, yo vengo a buscar aquí las bolsas de mercado que dejó mi mama, ella se murió anoche”. “Como va a ser”, le dijo Ángel Vargas. “Sí, y antes de morirse, dijo que se moría feliz porque hoy había visto colores”. Se refería al cuadro de él. Eso para él fue muy conmovedor y entonces decidió no vender más ese cuadro.

Ese cuento ejemplifica, lo que es la recepción de una obra de arte. La recepción no es otra cosa, que a la persona que este contemplando la obra se le abra un universo, es decir, que la persona sienta el mensaje que la obra tiene.

¿Quién es Bernardo Flores?

Me gustaría saberlo. Uno de los grandes problemas que tiene el ser humano es que no sabemos nada acerca de nosotros mismos. Creemos que sabemos, pero nos auto engañamos. Si yo tuviera que responder esa pregunta tendría que despojarme de mi personalidad. Si yo te dijera que soy un profesor de aquí de la ULA, yo te estaría hablando desde mi personalidad, pero desde mi esencia es más difícil, porque no se puede poner en palabras cual es la esencia, primero que la desconocemos, y segundo que si la tratamos de describir en palabras, ya estaríamos mintiéndonos a nosotros mismos, porque seguramente lo haríamos desde la personalidad.

Lejos de la cultura actual y de los mitos que se viven, encontramos la parte sagrada de las creencias formales del ser humano como tal. Las cosas antiguas parecen olvidarse, dándole paso a lo moderno o nuevo. Aquí, en este trecho, donde la cuerda parece romperse, Bernardo Flores sostiene los extremos de esas dos partes: la sagrada y la contemporánea. Siendo valiente como Hércules -el más grande de los héroes griegos- por mantener las tradiciones sagradas vivas en la mente de los demás.


Arianna Monagas.

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